Las manos de mi abuela,
¿cuántos leños, sarmientos y hojarasca,
cuántas encinas habrán quemado?
Sus manos amaderadas
saben bordar flores, letras,
también remendar un abrigo.
Tanto han tejido, que el cabello
lana blanca se hizo.
Sentada en la banqueta del patio
yo corto y peino esa lana,
y toco al fin, lo divino.
Con sus manos de cáscara agrietada,
se anuda un mandil azul
y amasa el pan.
Dos tortas, once hogazas,
y en cada hogaza dibuja una cruz,
bendiciéndola.
Tanto ha rezado, que el cerebro del mundo
ha creado un cielo especial para ella,
cielo de brasero y huerta.
Mi abuela guarda botones en una caja.
¿Quién mira las estrellas?
¿Quién conoce las constelaciones del invierno?
Las constelaciones irán pasando sobre su tumba,
de cuerpo presente,
de cuerpo pasado.
Procesión cósmica de brillantes botones,
flotarán sobre ella, peinarán su lana,
el universo, nuestra caja.
Soledad Domínguez Menéndez
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Ana Egea dice
Es precioso.
Soledad Domínguez dice
Muchas gracias Ana.
esaotra dice
He visto las manos de mi abuela mientras lo leía, he visto cajas de botones, he visto estrellas. Precioso texto, gracias por este momento de añoranza y paz.
Soledad Domínguez dice
Esaotra, muchas gracias. Algún día nosotras tendremos esas manos.
Jimena dice
Me gusta cómo hablas de la materia, única fuente de divinidad. Y dormiré tranquila pensando que el universo es una cajita, nosotros y nuestras ambiciones dentro.
Soledad Domínguez dice
Muchas gracias Jimena. Ganas de verte pronto.
inigo larroque dice
Me ha parecido una danza conmovedora entre lo grande y lo pequeño. Sucede que echo de menos a mi abuela. Tal vez eche de menos a una abuela como la tuya. Esa fuerza que tiene Adela. Esas leyes suyas, por las que se rige. Ese cielo distinto al que apunta.
Soledad Domínguez dice
Nuestra abuela… si, podemos compartirla.