Me he despertado esta noche a deshora, y de todo corazón, en un último alarido de socorro, me he decidido a escribirle en busca de respuestas.
Acostumbrarme al silencio del Edén ha sido verdaderamente dificultoso. El resonar de mis pensamientos se ha apagado, el latir de mi corazón es insonoro, y mis sentimientos no son ya más que un recuerdo. Nada me acompaña, nada me escucha. Nunca más sentiré algo más que la nada, me temo. He ahí mi desdicha. Desde que supe que nunca más podría salir de mi encierro, he deseado con todas mis fuerzas que al menos la soledad me haga compañía.
Con pocas palabras es usted capaz de dar significado a todos mis pensamientos. Es por este motivo por el que le invito a cenar en mi casa este domingo, con objeto de que pueda usted dar solución a mi desesperanza.
Desde que abandonó mi ventana agitando sus alas, el único recuerdo que ha quedado en mí ha sido el de dos de sus negras plumas, que caen lentamente y se posan en el suelo.
Ya no me veo con fuerzas de responder a mi puerta cuando la oigo sonar, tengo miedo de lo que estará ocultando. A altas horas de la noche creo recibir su visita, y es sólo entonces cuando me dispongo a abrir mi puerta. Pero no encuentro nada. Tan sólo oigo mi nombre en el eco de la oscuridad, la soledad de un gélido diciembre. Sé que alguien me llama al otro lado, pero no se quién es. Espero que ese alguien sea el motivo por el que haya usted dejado de visitarme. Significa que al menos alguien recuerda mi nombre, que mi paso por la vida no ha sido en vano.
Necesito que alguien me recuerde lo que prometí, y ese alguien sólo puede ser usted. Necesito que alguien me diga “Nunca más” cuando yo afirme que caeré en la desesperanza. Nunca más quiero sentirme sola, ya que nunca más seré culpable de hacer que alguien se sienta solo.
Empiezo a creer que nunca más recibiré esa visita a deshora en un gélido diciembre.
Empiezo a creer que nadie pronunciará mi nombre para que yo responda con mi eco.
Empiezo a creer que no me acostumbraré a la soledad.
Es usted la única visita que quiero recibir.
Es usted la única visita que puedo recibir.
Leonora
P.D: Dejaré la ventana abierta para que pueda entrar sin dificultad.
Marina Urrutia
Iñigo Larroque Aranguren dice
Marina, qué fuerza y qué belleza.
Ojalá tengamos más ocasiones de leerte.
Gracias.