Aquel mes de julio fue especialmente caluroso. El aire cargado de humedad traía olor a pescado de la conservera de anchoas frente a nuestra casa. Yo llevaba una semana de vacaciones e intentaba olvidar a los quince niños de preescolar, con sus rabietas y sus llantos desolados. Creo que si hubiera tenido hijos, habría abandonado una de las dos ocupaciones. Cada año … [Leer más...]