Montevideo duerme su eterna siesta sobre las suaves colinas de la costa, indiferente al viento que la golpea y la llama, imperturbable ante los nacimientos y las muertes. El hechicero conoce las voces que llaman a los espíritus. Para enfermar a los sanos, sopla una concha de caracol hacia las frondas donde habitan el pecarí, el pájaro del paraíso y el pez que … [Leer más...]