¡Venganza, venganza! escucho en una voz dormida. ¡Venganza, venganza! resuena como un eco en mi cerebro vacío y frío. La espuma espesa de la cerveza cubre, sin remordimientos, el dorado líquido. La sequedad de mi garganta explota con las ligeras burbujitas que trago ansioso. ¡Venganza, venganza! vuelve a repetirse el quejido atormentado. … [Leer más...]