Llevaban semanas saludándose apenas con un movimiento de barbilla, con un leve alzamiento de cejas. Quizá nunca habrían intercambiado palabra si no hubiesen coincidido una mañana en la fuente, si él no se hubiese puesto perdido de agua, si ella no le hubiese ofrecido un pañuelo de papel, encantador el gesto por inútil. Se llamaba Teresa. Mejor Tere, dijo, nadie la llamaba … [Leer más...]