Carlos Pujol Jaumandreu (Barcelona, 1936 –
Entre quienes trataron a Carlos Pujol son unánimes los sentimientos de admiración y cariño, para muestra estas palabras de Andrés Trapiello,
“Escribo estas palabras pensando que las está leyendo. En cierto modo no hay una sola página que haya escrito uno en los últimos treinta y tantos años que no la haya escrito pensando en él, y que él no haya leído, comentado, corregido. Y no han sido precisamente pocas. Esta, sin embargo, es la más difícil de todas. Y que la está leyendo será para él algo fuera de duda. Era un hombre creyente, discreta, profundamente creyente. Su último libro, de poemas bellísimos, acaso los más hondos y verdaderos de cuantos escribió, lleva este título: El corazón de Dios. Para mí, para muchos, la obra de Carlos Pujol, tan secreta a veces, es ejemplo de finura suprema, milagrosamente sin desmayos, y de inteligencia siempre atinada en la elección de sus maestros, Saint-Simon, Balzac, Proust, Henry James o Emily Dickinson, a los que tradujo y estudió como nadie, y en la arquitectura de su propio mundo como novelista, poeta y ensayista: sencillez, humor, poesía y naturalidad.”
Son muchas las facetas de Carlos Pujol, hoy queremos compartir su poesía:
Conversar con los árboles…
Conversar con los árboles
termina siendo una necesidad
para saber un poco más del hombre.
Cuando murmuran sus palabras rotas
deshechas en el viento,
aunque su lengua vegetal encierre
más secreto que comunicación,
hay que prestar oídos.
Y hablarles quedamente en español,
en el parque cuando la luz se va
con la sobria elegancia
de un lento y desdeñoso atardecer.
Aviso para navegantes…
Aviso para viejos navegantes:
después de mucho mar, que nadie espere el abrazo de un puerto, porque nunca
se vuelve a algún lugar ya conocido;
los regresos no existen, sólo son
empeños de fatiga y de nostalgia.
La explicación del agua es lo que esconde, sus caminos sorpresas,
la derrota el misterio y su verdad.
De Una conversación (1998)
Aquí vivió un poeta, no parece…
Aquí vivió un poeta, no parece
que congeniase mucho con la vida.
Debía de soñar con cosas raras
tan fuera de su alcance, y paseó
su andar meditativo, como ausente,
por esta misma plaza que hoy sonríe
bajo el sol de otros siglos
atónitos de luz que él no verá.
Para nombrar el mundo…
Para nombrar el mundo,
que es claro y misterioso como el agua,
busco nuevas canciones que resuenen
como un campanilleo en la memoria.
Y el tiempo vuelve atrás, como si nunca
se le hubiera ocurrido abandonarnos,
y por unos instantes la alegría
parece sernos fiel
y quedarse esta vez va para siempre.
Últimos libros de poemas, editados por Cálamo poesía: El corazón de Dios y Bestiario.
El resto de su poesía puede encontrarse en Editorial Comares (colección la Veleta)
Martín Ibarrola
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Oihana dice
¡Precioso!
Un buen poeta y también muy buen traductor.
¡Un abrazote!