Las elecciones al Parlamento Europeo están cada vez más cerca. La guerra en Ucrania, la lucha contra el cambio climático, el auge de la extrema derecha, la inmigración, o la situación de los agricultores y la cuestión del autoabastecimiento son algunos de los retos a los que se enfrenta Europa, y los principales ejes sobre los que gira esta campaña electoral. Sin embargo, el desapego y el desinterés por la política europea permanecen. La participación en España, aunque superior a la media europea en 2019 – que se situó cerca del 50%, frente al 66% en España, según datos de la UE[1]–, ha sido históricamente menor que en las generales, pese a otorgar a los ciudadanos cierto poder de decisión sobre lo que ocurre no solamente en su país, sino también en toda la Comunidad Europea.
Estas elecciones no son solo una oportunidad para definir el futuro de Europa, sino que pueden servirnos también como una invitación para reflexionar sobre el lugar que la Unión Europea ocupa en el orden mundial actual, y en el papel que puede jugar en el futuro. En un mundo en el que los retos y crisis incipientes tienen un carácter indudablemente transnacional, es innegable que la soberanía y el poder de la mayoría de Estados-nación está en declive. Con todo esto, la Unión Europea se erige como el lugar hacia el que mirar para poder resolver los retos mundiales actuales.
Primero, un poco de historia. Recordemos que la Unión Europea tiene su origen en la Comunidad Europea del Carbón y del Acero, tras el final de la Segunda Guerra Mundial. No obstante, ya en ese momento su razón de ser trascendía la mera funcionalidad y cooperación económica entre países. Así lo demuestran la constitución de instituciones como la Comunidad Económica Europea en el Tratado de Roma en 1957, que se erigió como marco de políticas comunes entre los países miembros. Y es que la forja de la CECA, en el año 1945, tuvo un fin instrumental: pretendía hacer de catalizador para la creación de una unión política de los países del continente europeo. Hoy, puede afirmarse, aunque con algunos reparos, que ese fin ha llegado a su cauce: la Unión Europea es la única unión económica de países que tiene aspiraciones políticas transnacionales más allá del ámbito meramente económico – si la comparamos con uniones de países con fines económicos como NAFTA o MERCOSUR, por ejemplo –. Iniciativas como el programa Erasmus+ o DiscoverEU son muestra del esfuerzo conjunto de los países miembros de la UE para la formación de ciudadanos con conciencia y sentimiento europeos.
Tras esta breve lección de historia, retomemos el argumento inicial. Si observamos los retos principales de la Unión Europea, mencionados anteriormente, ninguno de ellos tiene carácter exclusivamente nacional. Y es que, la globalización exacerbada que lleva teniendo lugar en estas últimas décadas, ha hecho que el marco nacional aparezca como incapaz de resolver cualquiera de los retos mundiales actuales. Y no solo eso, sino que ha tenido también un profundo efecto en el proceso de construcción de identidades alrededor del planeta, teniendo en cuenta realidades como los grandes flujos migratorios y la inmediatez de la comunicación y de los desplazamientos transoceánicos impulsada por las nuevas tecnologías. Al fin y al cabo, ya no son nada extraordinarias realidades como las de los digital nomads, procedentes de países occidentales, y contratados allí, pero trabajando en remoto y viviendo en lugares como Indonesia o Colombia. Otra realidad, muy alejada de esta primera, pero también fruto de la globalización es la extendidísima y precarizada red del sector de los cuidados en países occidentales, sustentada mayoritariamente por mujeres provenientes del Sur Global. A raíz de estos dos ejemplos cabe preguntarnos, ¿puede resolverse la creciente crisis de la vivienda y las subidas de precios generalizadas en los lugares más frecuentados por esos nómadas digitales desde una perspectiva nacional? ¿Y las condiciones laborales de las mujeres empleadas en el sector de los cuidados? ¿Sería una solución en el nivel nacional capaz de hacer frente a la raíz de esos problemas?
Además de la migración, el cambio climático aparece como el reto fundamental al que se enfrentan todos los gobiernos del mundo, y cuya solución pasa necesariamente por el diálogo y los acuerdos, la colaboración y la cooperación entre países. De lo contrario, ¿de qué sirven, por ejemplo, las estrictas regulaciones sobre las industrias contaminantes aplicadas a un solo país aislado, cuando en la mayor parte del mundo el consumo de combustibles fósiles está en auge, en parte por la deslocalización industrial de empresas occidentales a países del Sur Global?
Solo una Unión Europea fuerte, unida, y abierta al exterior con esperanza – y no miedo – será capaz de arrojar una mirada crítica.
Es por todos estos motivos por los cuales iniciativas políticas como la de la Unión Europea son profundamente necesarias para la actualización del marco desde el que se pretende enfocar los problemas del mundo actual. Solo una Unión Europea fuerte, unida, y abierta al exterior con esperanza – y no miedo – será capaz de arrojar una mirada crítica sobre su propia posición: dejar de mirarse el ombligo y ser capaz de ver más allá de la protección de la “sagrada” Fortaleza Europa, estableciendo alianzas y promoviendo la cooperación transnacional – y posnacional – entre países, para lograr así avances reales contra el cambio climático, la desigualdad global o las migraciones forzadas.
Y aunque el actual funcionamiento de la UE no debe estar exento de crítica, lo que parece evidente es que el sistema de Estados-nación westfaliano es ya incapaz de dar cuenta de la política internacional globalizada, y que es necesario un nuevo impulso imaginativo que permita a las personas y a los Estados nuevas formas de organización política, que favorezcan el diálogo y la cooperación. La UE es el primer paso hacia un futuro posnacional, y no cabe pasar por alto la gran importancia que tiene la cita de este 9 de junio para determinar qué camino tomará Europa: ¿ganará el hermetismo, el cierre de fronteras y la confrontación, o lo hará la cooperación y la mirada sin miedos hacia el exterior?
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[1] Unión Europea. (2019). results.elections.europa.eu. Obtenido de https://results.elections.europa.eu/es/participacion/
Fotografía: “Spes” de Sergio López de Davalillo, presentada en el XXV certamen de fotografía Hermano Oroz.
Itziar Murillas Garcia
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- El futuro de Europa - 30 mayo, 2024
MG dice
Artículo muy interesante y clasificador. .