
a los 20 años, vivo sola y estudio en la universidad. a los 20 años, salgo de fiesta todos los fines de semana y beso a desconocidos. a los 20 años, si está envuelto en un papel y sujeto por un filtro, probablemente me lo fume. a los 20 años, chicos que aún no son hombres me agarran del corazón buscando mi pecho. pero cuando la diversión termine y la vida se ponga seria, ¿me encontraré a mí misma en el espejo?
a los 50 años, me habré convertido en mi madre. me casé con un hombre altanero y lleno de ambiciones, de las cuales ninguna me incluía. con un hombre que se cree mejor que yo y que no ve mi rostro en el de nuestros hijos. que se ríe condescendiente cuando hablo y pone los ojos en blanco cuando me enfado.
a los 50 años, estoy divorciada porque conocí a un hombre con quien la vida parecía un todo o nada, un juego vital. que me hizo hueco dentro de él y estaba lleno de fuego. un hombre, que al pasar los años se quedó pequeño, quemó su espoleta y se tornó triste, cotidiano, insulso.
a los 50 años, me convierto yo misma en una persona insulsa. la falta de deseo, ambiciones y dirección me llevan constantemente delante de la puerta de mi misma, pero busco en los bolsillos y no encuentro la llave.
en todas las versiones de mis 50 años, tengo una hija perfecta con los ojos de mi madre. le regalo un conejo blanco y ella es exactamente igual que yo cuando era pequeña, pero mejor, porque yo soy como mi madre, pero mejor. ella no abandona sus sueños ni se pierde por el camino y yo la crío con más ternura. le digo que sí, le río las gracias. no la hago pequeña y su falta de miedo me ayuda a ignorar el mío. le cepillo el cabello suavemente, para no tirar de los nudos, y le hago una trenza. cuando llora, yo sé que no le falta nada y que no pide de más, por lo que solo puedo llegar a la conclusión de que, igual que yo, vive sus primeros años en la más profunda incomodidad. no está triste, solo no sabe caber en su cuerpo.
en algún momento, me han deseado una hija llorica como yo con intenciones punitivas, pero sus llantos solo saltan mis lágrimas. la querré aunque me arranque la vida, la querré aunque se convierta en mí. porque es mujer, su peor destino será convertirse en su madre.
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