Se diluyen los antiguos prejuicios
los convencionalismos ya caducos
todas las normas autoimpuestas
que hoy ya no sirven de nada

No puedo, no quiero, no debo
todos juntos rompen filas
y parten desde Inglaterra.

Carentes de orientación
adoptan decisiones incoherentes,
moviéndose a veces en círculos,
otras huyendo cobardes,
teniendo siempre por destino,
horizontes inalcanzables.

A veces miran atrás,
sin temer ser estatuas de sal,
otros inmovilismos les asustan:
la inacción de pensar demasiado,
las oportunidades pérdidas,
el riesgo de la vida no vivida.

Todos se redescubren en junio,
en un piso franco sin número,
donde las claúsulas se rescinden
y no existen condiciones.

Titilan nerviosas unas pupilas que no esperan respuestas
dejando entrever una sonrisa en las comisuras de la boca,

los párpados claudican ante la propuesta del carpe diem
quien bajito susurra, no importa, da igual, quédate.