Cuánto oro y ámbar te guardas en tu mirada de ojos tristes.
¿Qué me quieres pedir? Por ti doy más que caricias y besos.
Si tú quieres, podría rastrillar con mi mano tu espalda de negro cerrado hasta que las marcas fuesen como surcos en la arena; cinco caminos que mis dedos trazarían con esmero. A cambio, tú bailarías claqué en los pasillos con donaire y tus garras repicarían en las listas de jatoba, claras y blandas.
Si lo pidieses, te daría tanta tierra y hierba, como los tuyos pudiesen necesitar. Iríamos al parque y allí, sin ataduras, te dejaría correr hasta que volvieses satisfecho agitando el rabo enhiesto.
Si aún no fuese suficiente, escribiría versos sobre tus manchas de fuego y canela, y te los diría al oído con voz queda. Y después ¿qué más?
Cuando te miro, y tú suspendes tus ojos en los míos, más allá del ámbar y el oro, aún más de caricias y besos, solo vibra un deseo…
Tenme fuerte en tus brazos.
Julen Urbina Álvarez
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Me gusta la dulzura. Mucho.