Sus uñas se atascaban entre la corteza y el calor. Mientras tanto, la señora que vendía castañas escuchaba en su radio el júbilo y la melancolía de los tambores. Él, que no las conocía, decidió comprar porque el olor era la aldea y sabía a bosque. Porque el humo se hacía pequeño, se pegaba al cuerpo y cobijaba. El hombre del campo despoja poco a … [Leer más...]