Me dijeron que todo estaba negro.
Las cañerías, los retrovisores, los canalones de la entrada.
Todo.
La mierda acumulada
Demasiado tiempo atrás.
Una suciedad y unos remilgos
Para los que no hubo ningún espacio durante largo rato.
Tiempo inerte, tiempo lento, tiempo al tiempo, tiempo presente.
Vámonos los dos juntos.
Cógeme en brazos y súbeme a tu alfombra voladora.
Y vuela, vuela, vuela alto.
Cuenta hasta tres y cierra los ojos.
Un, dos, tres.
Escucha.
Siente.
Huele.
Estate.
Tan sólo: sé.
Un, dos, tres. Ábrelos.
Mírame ahora de nuevo con la boca pequeña.
Óyeme y haz la vista gorda.
Respírame y encuéntrame amarga.
Pero, sobre todo, sigue lamiéndome las heridas
Que tengo miedo de desangrarme.
Ahora, es en este preciso instante,
En este precioso momento cambiante,
Que el negro de las cañerías,
De los retrovisores y los canalones,
Se torna un poco gris, un poco naranja, un poco verde.
Déjame que vuelva a contar.
Déjame que vuelva a empezar.
Un, dos, tres.
Ahora.
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