Sol y Luna

La canción de la Luna

En el bosque encantado, la Luna caminaba hacia el lago mirando su reflejo en las oscuras aguas. Su luminosa figura se mostraba en el lago. La Luna se sentó en una piedra jugando con las luciérnagas y comenzó a cantar. Su dulce melodía atraía a todos los animales nocturnos. Algunos se unían a su canto y otros se quedaban cerca para disfrutar de la música. En el bosque encantado, todos son abrazados por el canto de la Luna. Ella acompaña a los seres que habitan en el bosque cantando sus canciones favoritas. La guardiana de la noche escucha las historias de las estrellas. Las abraza con sus frías manos, consolándolas. Las lágrimas que caen de su blanco rostro se convierten en una hermosa pero triste lluvia de estrellas. Su tiempo se había acabado, y con una sonrisa, se marchó esperando con ganas su próximo encuentro.

El baile del Sol

La mañana asomaba en el bosque encantado, el Sol caminaba feliz por el lugar. Observaba todo a su alrededor con una gran sonrisa y comenzó a bailar junto al canto de los pájaros. Los animales se acercaban a ella para disfrutar del placentero calor que emanaba. Las plantas florecían, y mostraban sus colores. El ambiente era tranquilo y acogedor. La guardiana del día dejó de bailar y se acercó al lago. Se detuvo sobre la verde hierba y comenzó a lavar su rojizo cabello mientras observaba el paisaje. El resto de animales la siguieron al lago. Disfrutaban del agua felices. El cielo estaba completamente despejado, ninguna nube decoraba el precioso azul. Cuando terminó de peinarse, la guardiana bailó de nuevo al ritmo del agua. La guardiana del Sol y la guardiana de la Luna se encargaban de mantener el equilibrio de la vida. Sus encuentros eran muy breves y poco habituales, pero eran la unión más bonita del bosque encantado.