Entró en la cantina empujando la pesada puerta con sus dos manos y caminó hasta la barra arrastrando los pies. Prácticamente se desplomó en una de las banquetas. ¿Lo de siempre, señorita? Sí, Martín, lo de siempre. Agarró la taza entre sus manos y miró el contenido con sus grandes ojos negros, la mirada cansada, más de lo habitual según Martín, que la miraba de reojo mientras … [Read more...]