Santi murió el pasado domingo y Bilbao quedó huérfana.
Pensaba entrevistarlo para mi serie de “Vidas ocultas de Bilbao”, no tanto porque su vida no se conociese, quién no ha escuchado alguna de sus peripecias, no, quería entrevistarlo porque dudo que cualquiera de nosotros fuera consciente de la totalidad de este hombre. Ah, habría recolectado retazos de su historia, una colección de puertas a habitaciones salerosas y alegres, y trágicas también. Cómo me habría gustado montar un puzle de su vida. Desgraciadamente, la imagen de Bilbao tiene ahora vacíos que no podrán rellenarse con ninguna pieza.
Recuerdo una vez, en el Perro Chico, que alguien le pidió una cena ligera, ya es muy tarde, debió de argumentar. Santi, tan redondo él, siempre infinito, rechazó su propuesta enérgicamente, pero qué más da la hora que sea, mujer, ¡el estómago está siempre a oscuras! Y estoy convencido de que, acto y seguido, le puso un buen bacalao al pil pil. Conocí también a su compañero, Rafa, personaje literario, exfutbolista, cocinero y seguramente tantas otras cosas. Se trata de un recuerdo tan lejano que no soy capaz de contextualizarlo. Lo veo suelto en mi memoria, sin nada alrededor. Sucedió durante una comida en Oma. Se metían conmigo porque, en vez de degustar los pimientos verdes, solamente untaba su aceite. Rafa me defendió con ese descaro sureño, aseguró que yo entendía la esencia del pimiento y que el resto no tenía ni idea.
Cuánto nos han defendido esta pareja. Cuánto ha hecho Santi por la cultura.
Algunos recordarán a Santi por Tango, otros por Perro Chico, o por amistad, o por aquella noche, o por aquel día, qué sé yo. En fin, ya no podré entrevistarlo, pero al menos sé que lo recordaremos. Cada uno de nosotros se ha guardado una de las piezas del puzle.
Martín Ibarrola
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iñigo dice
Lo leo ahora, una segunda vez. Leo tranquilo, descansado, sin ninguna urgencia de nada. Tal vez, así debieran leerse los obituarios. Veo a este hombre sacándote la cara en Oma mientras te empapas de aceite.
Vuelvo a la foto, le miro despacio la cara, e intento hacerme una idea de lo que sería pasar un rato en su compañía.
Francisco Enrique Pita y Gonzalez de la Torre dice
Conoci a Santi en unos San Fermines 1965. Fue instantaneo ..fulminante. No habia conocido a nadie con tanto magnetismo. No pude permanecer en Espana mas tiempo y tuve que regresar a Nueva York. Anos mas tarde regrese y fui a verle, nada habia cambiado en el. Trato de devolverme mi anillo dec graduado y no se lo permiti. Me dio una cadena de su abuela que por desgracia perdí. Le he escrito varias veces y me devuelven la correspondencia. Hace dos anos fui a Bilbao con un grupo de amigos y trate de ir al restaurante. No estaba.
Fue la ultima oportunidad de decirle algo. Ahora se me ocurre entrar a la Web y me encuentro con la triste noticia de su fallecimiento . Nada mas que anadir, lo demás se dejo por decir.
Enrique Badia dice
Yo conocí a Santiago en el colegio de Lecároz en Navarra, 14/15 años. Muy aficionado al cine, a la música. Le gustaba,el arte más que las matemáticas. Buen compañero. Años más tarde conecté con él, tenía/trabajaba, no sé una librería en Bilbao, creo que en Gran Vía, pero no pude verle. Fue un gran amigo.