Menos común, me parece, se va haciendo la fórmula complementaria, “cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia”. Cuando lees lo de “pura coincidencia”, te dices, vaya, aquí a alguien lo van a poner a parir. El indicio inequívoco es la palabra “pura” (aunque podría ser peor, podría decir “pura chiripa”, ya sería recochineo). En busca de la credibilidad mi consejo de inexperto es cambiar el adjetivo “pura” por otro más razonable, uno que no ponga tanto énfasis en que la tal coincidencia es un escenario remoto que contemplamos sólo porque nos ha obligado el departamento legal. Se puede conseguir con un mínimo cambio de dos letras; pasar de “pura” a “mera”; “cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia” (“merita coincidencia” en México). Eso le quitaría mucho hierro; ya sería, de haberla, una mera, simple coincidencia de andar por casa; una coincidencia inocente que silba mirando para otro lado y que disimularía, mal que bien, que la película, después de todo, sí que está basada en hechos reales; solo que no querían reconocerlo.
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