El cementerio de la isla de Vis se abre sobre la bahía.
Oráculos improvisados en forma de piñones
aconsejan casarme por la iglesia.
También aconsejan retirarme con mi esposa
a una cala de Dalmacia y vivir a base de pan y queso de cabra.
Me detengo ante la fotografía de una joven difunta.
Las cigarras chisporrotean entre los arbustos.
Una familia de gatos venturosos se despereza al sol.
El mar azul se recoge y viene a parar aquí abajo, en las faldas del cementerio.
Los muertos, el sol, la piedra y el mar se tocan.
Hormigas, flores, silencio.
Finales de septiembre de 2003.
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Soy profesor del Taller de Escritura de Deusto Cultura.
Me lo paso muy bien enseñando. Con lo que aprendo en las clases y fuera de ellas, trato de escribir un poco mejor.
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